miércoles, 26 de agosto de 2020

Los dedos

 De nuevo estaba soñando.

Era la casa de mis abuelos.  Me veía sentada de espaldas frente a las macetas de mi mamá. Me distraía mirando los gusanos de la tierra, había una persona conmigo, no la reconocía, pero veía su silueta en negro. Le pregunté si estaba seguro que los dedos volvían a crecer, me respondió con un seco: "no te preocupes, vuelven a salir".

Miraba mi mano izquierda: todos mis dedos habían sido cortados y alineados de manera circular en la maceta con gusanos. Vi mi mano derecha y me quedaban tres dedos: el pulgar, índice y medio. Ya no podía cortármelos, así que entre al cuarto de mi mamá para que me ayudará, quise prender la luz, pero el foco no encendía pensé: "de nuevo..."
Quise salir del cuarto de mi mamá. La puerta estaba cerrada, di la vuelta para entrar a mi cuarto, me senté en mi cama a esperar. Mis manos ya tenían dedos de nuevo y dije en voz alta: "no mentía".
Había muchos ruidos en el cuarto de mi mamá: susurros, cosas que se movían, llanto y lamentos. Me levanté para encender la luz, pero no pasaba nada, regresé a mi cama y me acosté.

No recuerdo cómo me quedé dormida. Abrí los ojos, me levanté, mirando el apagador, mis manos tenían una sensación extraña y conté mis dedos, estaban completos.
Con el dedo índice moví el apagador y el foco se encendió: "¡Por fin! ¡Desperté!", pensé. Regresé a mi cama para acomodar las cobijas y la luz se apagó, los susurros y llantos se volvieron a escuchar. Me acosté de nuevo, pero ya no abrí los ojos hasta que mi mamá encendió la luz y me dijo que era tarde para irme a la escuela.

Mis dedos seguían en su lugar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario